Las pausas durante el
desarrollo de la actividad diaria, y no únicamente el descanso nocturno,
pueden ser de lo más beneficiosas. Durante las pausas conviene cambiar
la actividad, relajarse en lo posible, levantarse y caminar si el
trabajo es de oficina, etc., hacer todo lo posible por alejarnos unos
minutos de la actividad en cuestión para poder retomarla con fuerzas
renovadas.
Es un error considerar los descansos en el trabajo
como una pérdida de tiempo. Una jornada completamente falta de descansos
llevará inevitablemente a una progresiva disminución del rendimiento.
Sencillamente no se puede permanecer completamente concentrado, y
rindiendo al ciento por ciento, durante siete u ocho horas consecutivas.
Se debe establecer un ciclo.
Diversos estudios demuestran
que una pausa de una media hora o tres cuartos en medio de la jornada
laboral puede mejorar el rendimiento general en más de un treinta por
ciento. Un tercio. Una cantidad nada despreciable. Incluso la
tradicional siesta, una costumbre que en nuestro pais se está perdiendo,
ayuda a mejorar el rendimiento posterior en buena medida.
Es
más, cada hora y media, o dos horas, de trabajo se debería hacer una
pausa de unos diez minutos que en cierta medida ayude a reponer fuerzas
para afrontar un nuevo periodo de trabajo. Si el trabajo es sedentario,
de oficina, resulta vital levantarse y caminar algo en esos periodos, o
de lo contrario fácilmente llegará la fatiga postural, y el dolor.
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