Hay cosas que le suceden a nuestro cuerpo que muchas veces detectamos tarde, una de ellas es la clamidia, una enfermedad infecciosa que se contagia en las relaciones sexuales de todo tipo y se presenta tanto en mujeres como hombres.
La clamidia es una infección silenciosa que a corto y largo plazo puede producir males mayores, como la infertilidad. Lo peligroso del caso es que tanto mujeres como hombres sexualmente activos están expuestos a esta infección, que no se presenta con síntomas visibles.
La clamidia se produce por la infección con una bacteria llamada chlamydia trachomatis, que infecta los órganos sexuales. Es una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes, ya que se piensa que el porcentaje de padecimiento entre la población femenina es de tres de cada cuatro mujeres, mientras que para los hombres la cifra se incrementa en uno.
Como dijimos, toda persona sexualmente activa está expuesta a contraer esta enfermedad y el riesgo se incrementa cuantas más parejas ocasionales se tiene. El contagio se produce por vía vaginal, anal y oral.
Algunos de los síntomas más evidentes son:
- En las mujeres, la bacteria infecta primero el cuello uterino y la uretra. Se manifiesta flujo vaginal anormal o una sensación de ardor al orinar. Pero puede ser que no tengas ninguno de estos síntomas si la infección se propagó del cuello uterino a las trompas de Falopio. Otros síntomas pueden ser dolor de vientre, lumbago, náusea, fiebre, dolor durante el coito o sangrado entre los períodos menstruales.
- En los hombres, se presenta como secreción del pene o una sensación de ardor al orinar y picazón alrededor de la abertura del pene, aunque también se debe prestar atención al dolor y la inflamación de los testículos.
- Hombres y mujeres que reciben penetración anal pueden contraer la infección clamidial en el recto, lo que dolor, secreciones o sangrado inusual en el recto.
Entre las consecuencias de esta infección en las mujeres están los daños en los tejidos del cuello uterino, las trompas de Falopio y las uretras, provocando infertilidad, infección al bebé en el parto natural o embarazos ectópicos (fuera del útero).
Lo bueno es que la clamidia se puede tratar y es curable a través de tratamientos médicos específicos con antibióticos. El secreto está en realizarse los controles pertinentes una vez que se detectan algunos de los síntomas y cada vez que vas al ginecólogo pedir que te hagan el examen.
El método más efectivo para prevenir la enfermedad es el uso de preservativos de látex, el control médico periódico y, de ser posible, una pareja estable que no esté infectada
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