IMPLICACIÓN DE LOS PADRES EN EL QUIROMASAJE DE LOS BEBES:
El interés de los padres por el cuidado activo de sus hijos está aumentando considerablemente en estos tiempos.
La imagen del padre torpe y asustado que deja a su hijo pequeño en
manos de la madre hasta que tiene la edad suficiente para poder jugar
con él está dejando de ser la regla general para pasar a ser una
excepción.
A pesar de la buena voluntad para participar en los cuidados
diarios del bebé desde un principio, el nuevo padre puede encontrarse
con problemas prácticos. Los momentos disponibles suelen reducirse a
las últimas horas de la tarde y fines de semana. Suele estar cansado
después del trabajo y seguramente se enfrentará al estrés adicional de
tener que ayudar en la casa y soportar mayores necesidades económicas.
Además, es fácil que su esposa también trabaje fuera de casa, por lo
que la situación es igualmente difícil para ella, teniendo quizás la
complicación añadida de la lactancia materna a la par que todas sus
expectativas de imagen relacionadas con el trabajo.
En las primeras semanas tras el nacimiento, la
madre puede estar cansada al final del día y es posible que el niño se
encuentre en un estado agitado o inquieto. En lugar de ser la madre
feliz que uno imagina en casa, relajada con el bebé y viendo la
televisión, la nueva madre no para de trabajar durante todo el día, sin
pausas y con poco contacto con otros adultos. Muchas tareas son
repetitivas –limpiar, lavar, cambiar pañales, dar de mamar, consolar,
ir al supermercado- y no existe paga a final de mes ni una palmadita en
la espalda por el trabajo bien hecho.
No esperes a que te lo pidan
Padres, no esperéis a ser invitados en el cuidado de vuestros
hijos. En el hospital, clínica o en casa, durante los primeros días, no
permitáis que unas tías o abuelas bienintencionadas os dejen en segundo
plano. Preguntad a las enfermeras, a la comadrona o bien a la abuela
cómo cambiar los pañales, cómo hacerle eructar, cómo tomarle la
temperatura o cómo bañarle. Si habéis llegado a un acuerdo con la
pareja, aprended a alimentar al pequeño. Si su pareja se queja de su
forma de hacer las cosas, no se ponga a la defensiva. Pídale que le
muestre cómo lo hace ella y dele las gracias. Los estudios han
demostrado que los cuidados sensibles del padre producen una unión
segura con el bebé y que una relación cálida entre la pareja es muy
útil para apoyar la implicación de los padres con sus hijos.
Ambos padres pueden sentirse muy presionados para buscar un tiempo
de intimidad además de para ser buenos progenitores. Es posible que el
padre se sienta, a veces, al margen cuando tanto la madre como el hijo
desean y necesitan justo la respuesta contraria. Además, la
responsabilidad de cuidarse de un recién nacido las veinticuatro horas
del día suele traer consigo, como mínimo al principio, una evidente
falta de sueño para ambos padres.
Estos elementos de estrés suponen una dificultad inicial para que
los padres aprendan a cuidar de sus hijos con suavidad y amor. También
es un impedimento la falta de saber “maternal” aprendido: como la
mayoría de los hombres no ha aprendido lo mismo que las mujeres en
relación a los bebés, puede precisar de una ayuda y de un aliento
especial al inicio. Pero los padres pueden pasear, mecer, cantar,
bailar, leer y dar masajes a sus hijos, así como darles de comer,
cambiarles los pañales o bañarlos. Mucha gente no se da cuenta de que
también los padres tienen “hormonas parentales” que empiezan a
activarse cuando están en contacto próximo con sus hijos.
Durante el acto de dar un masaje, los padres llegan a conocer a
sus hijos de una forma extraordinaria; conectan con una parte profunda
de los niños y también con otra muy profunda de ellos mismos, la más
afectiva y educativa. Por lo general, entre los chicos, esta parte
afectuosa desaparece hacia los nueve años de edad, pero al relacionarse
íntimamente con el bebé suelen sacarla de nuevo a flote. Los padres
descubren que pueden dar mucho cariño cuando se sienten en una
situación segura y en la cual su concepto ancestral sobre su virilidad
no se halle comprometido.
Los niños tienen una mayor confianza en sí mismos y una mayor
creatividad cuando los padres les dedican una atención adicional. Tanto
el concepto de hombre, como de virilidad, están cambiando. Dejemos que
el hombre se vaya comprometiendo de una forma cada vez más seria en la
educación de sus hijos. El masaje infantil es una oportunidad muy buena
para mejorar esta transformación. Cada vez que se da un masaje a un
bebé se mejora el mundo y los hombres deben formar parte de esta
transformación
Los niños se benefician enormemente de las relaciones afectivas
con la madre y el padre. “Una relación afectuosa padre-hijo puede
reforzar el desarrollo masculino del niño. Un padre que cuida de sus
hijos es un modelo más accesible que uno que se desentiende de ellos.
El comportamiento del primero se asocia con mayor frecuencia con el
afecto y el elogio, y suele estar más valorado. Es por ello que el
muchacho que ha tenido un padre cariñoso está más dispuesto a imitar a
su padre que otro cuyo progenitor sea más distante.
También las niñas precisan crear vínculos saludables con sus
padres. Las mujeres adultas más sanas y equilibradas habían crecido en
hogares donde ambos cónyuges se amaban y participaban en la crianza de
los hijos. Las mujeres que alcanzaban un mayor éxito en su vida social
y profesional posterior habían tenido padres que valoraban la
feminidad, fomentaban sus capacidades, eran cariñosos y apoyaban los
deseos de independencia de sus hijos.
El masaje es una experiencia muy enriquecedora para ambos, y tanto
el padre como el hijo se benefician mutuamente de ella. El bebé aprende
que el padre puede tocarlo con suavidad y amor; que el padre es alguien
en quien también se puede confiar a la hora de satisfacer unas
necesidades físicas o emotivas. El padre que, gracias al masaje, es
consciente de estas capacidades, adquirirá una enorme confianza en sí
mismo en este campo.
La consecuencia más importante que se deriva de un masaje regular
es la unión entre un padre y su hijo recién nacido. Así como la
lactancia proporciona un constante refuerzo al vínculo entre madre e
hijo, el masaje corporal puede ser una vía equivalente que mantenga al
padre en continuo contacto con el recién nacido.
Como nuevo en el oficio, es posible que precise un cierta dosis de
creatividad para estructurar de forma distinta su tiempo, y poder
disponer así de los veinte a treinta minutos necesarios para dar un
masaje a su hijo. El mejor momento suelen ser las mañanas de los días
de fiesta, cuando es posible relajarse sin nervios ni prisas. Una vez
haya aprendido la técnica básica, deberá quedarse solo con el bebe para
poder proceder al masaje. Si la madre esta presente, el bebe desviara
la atención hacia ella y será mas difícil para el padre relajarse y
podría producir señales confusas y hacer sentir incómodo al bebe.
En un principio hay que actuar con mucha suavidad, aplicando
únicamente el masaje en las piernas o la espalda. Tal vez se tenga la
sensación de ser demasiado rudo, de tener unas manos demasiado grandes
o ásperas, o bien no contar con la experiencia necesaria para llevar a
cabo su cometido.
¿Hay algo más bonito y más emocionante que acariciar a tu niño?
Mucha cultura del masaje infantil hay en tu escrito Alejandro. Gracias.
Publicado por: Francho | 10/07/2007 en 06:25 a.m.