Fuente de energía vital.
Cinco a diez minutos sin oxígeno son suficientes para que nuestra vida se
apague.
Nuestro cuerpo subsistir durante varias semanas sin comer, algunos días sin beber,
pero no puede dejar de respirar. El efecto, la respiración origina la energía
indispensable para el funcionamiento de nuestros órganos y para el metabolismo
de nuestro cuerpo, es decir, para el conjunto de las reacciones químicas que
facilitan la renovación de las células y el mantenimiento de la vida. En el
corazón de los tejidos, el oxígeno participa en la transformación en energía de
la glucosa que contienen los alimentos
Todo empieza en la fase de inspiración.
El aire que nos rodea contiene un 21% de oxígeno. Cuando
inspiramos, el aire penetra en las vías respiratorias hasta los confines de los
alvéolos pulmonares. Nuestros pulmones contienen 300 a 400 millones de estas
minúsculas bolsas con paredes extremadamente finas y que representan una superficie
de 100 m2. Los intercambios gaseosos se realizan a través de dicha pared que está irrigada
por los capilares sanguíneos: el oxígeno del aire se difunde por la sangre. Al
mismo tiempo, la sangre libera el gas carbónico del que está cargada. La hemoglobina se encarga
de la logística.
El obstáculo de los
contaminantes.
Los contaminantes que se hallan en la atmósfera de las
zonas urbanas o industriales reducen la cantidad de oxígeno de que disponen los
tejidos. Al cubrir las vías respiratorias, frenan los intercambios gaseosos.
Algunos de ellos, como el monóxido de carbono, llegan incluso a ocupar el lugar
del oxígeno en la hemoglobina. En todos los casos, disminuye la eficacia de la
respiración. Todo ello sin tener en cuenta el impacto que produce el modo de
vida actual en el que el estrés y los shocks emocionales provocan bajadas de
tensión arterial, por consiguiente de la oxigenación
Los caprichos de la
hemoglobina.
Otra fuente potencial de la falta de oxígeno (hipoxia): la
modificación de las características sanguíneas. En efecto, aunque haya captado
correctamente su oxígeno, la hemoglobina lo libera a las células bajo ciertas
condiciones particulares dependiendo de la temperatura, acidez o contenido en
gas carbónico.
Por ejemplo, basta con que el contenido en gas carbónico
de la atmósfera supere el 0,06% para que el organismo entre en hipoxia. Pues
bien, dicha condición se da habitualmente en las calles de las grandes ciudades en donde dicho índice oscila entre 0,09 y 0,14%
.
El metabolismo se altera.
El déficit de oxígeno en los tejidos provoca una reducción
de la producción energética. En consecuencia las reacciones bioquímicas de
asimilación y transformación de los nutrientes no se completan correctamente.
Los residuos, mal eliminados, se acumulan e intoxican progresivamente el
organismo. El cerebro y el sistema nervioso central, los mayores consumidores
de oxígeno, son los primeros afectados por la disminución de su disponibilidad.
De ahí que se disparen varias señales de alarma: fatiga crónica, nerviosismo,
fallos de la memoria.
Se instala la enfermedad.
Cuando perdura dicha situación de hipoxia, todas las
funciones corporales se ven perturbadas. La pérdida de vialidad abre el camino
a la aparición de patologías como trastornos cardíacos y circulatorios,
hepatitis crónicas, arterosclerosis, e incluso enfermedades más graves como el
cáncer o la esclerosis en placas
Las bondades de los aceites
esenciales de pino.
¿Cómo estimular la asimilación del oxígeno por las
células? ¿Cómo mejorar al mismo tiempo su transporte por la sangre y su
liberación a los tejidos? De las observaciones durante sus experimentos, René
Jacquier descubrió que ello se lograba con los aceites esenciales de las
resinas de pino que se utilizan mucho en medicina y sus efectos benéficos han
sido refrendados por numerosas
investigaciones científicas.
La oxigenación
biocatalítica.
A partír de dichas investigaciones, René Jacquier obtuvo
unos derivados oxigenados que se comportaban como auténticos biocatalizadores
de oxigenación. Su mecanismo es doble: por un lado, la hemoglobina fija más fácilmente
los pinenos oxigenados que el oxígeno por sí solo; por otro, el oxígeno
asítransportado se libera más fácilmente en los tejidos bajo una forma
“naciente”, altamente asimilable por las células. Así nació el Bol d’Air
Jacquier (bocanada de aire puro).
Fuente:REVISTA COFENAT
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