La alimentación influye en la circulación de la sangre, haciéndola más o menos fluida y aliviando los síntomas derivados de una mala circulación (pesadez de cabeza, piernas hinchadas o ronchas rojas en la piel). Los excesos de alcohol, grasas, proteínas y azúcares durante estos días dificultan el trabajo de depuración de la sangre que desempeña el hígado.
La recomendación de llenar la despensa de alimentos diuréticos y concentrados en antioxidantes para depurar el organismo es un consejo válido para todas las personas, y en particular para quienes tienen trastornos circulatorios y son fumadores. Comenzar cada día tomando un zumo de pomelo, limón o zanahoria con naranja es un buen recurso antioxidante.
Dos vasos de infusión diurética a lo largo del día es también una ayuda inestimable para eliminar líquidos y evitar así la hinchazón. Además, al beber más líquidos, las deposiciones son más consistentes y se eliminan sin tanto esfuerzo. Los efectos de plantas diuréticas como el diente de león, la cola de caballo, el ortosifón o la pilosela son suaves pero efectivos si se toman cuando se tiene la sensación puntual de retención de líquidos.
No es aconsejable ni prudente recurrir a las plantas laxantes (sen, frángula, cáscara sagrada o ruibarbo) sin asesoramiento ya que, aunque resuelven un estreñimiento pasajero, pueden provocar desequilibrio de líquidos y electrolitos. Por su poder laxativo puede ser útil y suficiente tomar a diario, al levantarse o al acostarse, un yogur bífidus mezclado con salvado de trigo.
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