Cuando su corazón late, bombea sangre hacia sus arterias y crea presión en ellas.Dicha presión es la que consigue que la sangre circule por todo el cuerpo. Si la presión sube por encima del límite normal, se produce lo que denominamos hipertensión arterial Se trata de una enfermedad muy común en todo el mundo que afecta a más del 20 por ciento de los adultos entre 40 y 65 años y casi al 50 por ciento e las personas de más de 65 años.
Pero uno de sus mayores peligros es que se trata de un mal silencioso. Usted puede tener la tensión arterial elevada y no mostrar síntomas. De ahí la importancia de la prevención.
1. Antes de medir la tensión. Es recomendable no haber fumado ni bebido café. Tampoco es positivo haber realizado ejercicio físico o tener ganas de orinar, frío o excesivo calor.
2. El mejor lugar para medir la tensión. La presión arterial siempre aumenta levemente en el momento de medirla sobre todo durante los primeros controles que pueden generar cierta inquietud. Para evitar que los datos no sean correctos es recomendable medir la tensión en casa.
3. ¿Cuál es el mejor momento? La tensión tiene un ritmo a lo largo del día absolutamente independiente de las situaciones de estrés. En concreto, es más alta en el momento de levantarse y más baja a la hora de acostarse por lo que es mejor evitar estos intervalos cuando midamos la tensión.
4. Factores de riesgo. Para evitar la hipertensión es muy importante reducir o eliminar el consumo de alcohol y tabaco porque ambos elevan la tensión y son dos factores de riesgo muy peligrosos para las enfermedades cardiovasculares. Además, es muy importante mantener una actividad física regular porque el sedentarismo contribuye a la ganancia de peso y la obesidad es otro de los factores de riesgo de hipertensión y trastornos cardiovasculares.
5. Patologías asociadas. Las personas con diabetes, colesterol alto, retinopatía, nefropatía o cualquier tipo de enfermedad cerebrovascular deben extremar las precauciones tanto para el control de su enfermedad como para evitar la tensión alta.
6. Dieta e hipertensión. La dieta de la persona hipertensa como norma general nunca debe ser hipercalórica para evitar el aumento de peso. Pero aparte de esta sencilla regla, existen una serie de elementos que hay que vigilar:
* La sal. Una dieta restringida en sal permite bajar considerablemente la tensión arterial. Por tanto, la dieta del hipertenso no debe contener más de cinco gramos de sal al día. La mejor forma de lograr este objetivo es eliminar los alimentos ricos en sodio y cocinar con menos sal o sustituirla por otros condimentos como las especias o el zumo de limón. También se pueden encontrar en el mercado productos comerciales que sustituyen a la sal y que normalmente están compuestos por cloruro potásico y cloruro cálcico o amónico. El consumo de estos condimentos no está contraindicado pero debe ser vigilado por su médico.
* El potasio. Una dieta rica en potasio se traduce en un descenso de la presión arterial. Los alimentos que contienen en mayor medida este mineral son las frutas, verduras y hortalizas.
* El calcio. El calcio también disminuye la tensión por lo que se deben incluir los lácteos en la dieta. Si la persona hipertensa está tratando de adelgazar deberá elegir la leche y los yogures desnatados porque los niveles de calcio no varían entre los lácteos enteros y los desgrasados.
* El café y el té. Actualmente se acepta que una persona hipertensa tome dos cafés o tés al día sin que exista un perjuicio para su salud.
* Alimentos prohibidos: carnes saladas y ahumadas, pescados ahumados y secos, charcutería, quesos salados, conservas, aceitunas, sopas de sobre, cubitos para sopa, patatas fritas de bolsa, zumos envasados, frutos secos salados, pastelería industrial, salsas industriales (mostaza, tomate, etc).
Además de todo esto, también hay que tener en cuenta que el gusto por la sal se puede educar, sobre todo en los niños. Si se les acostumbra desde pequeños a los alimentos con poca sal ganarán en salud cuando sean adultos.
Por otro lado, una persona adolescente o adulta también puede reeducar su paladar, siendo ésta una alternativa preferible a los sustitutos de la sal, cuando no sea necesario eliminarla de la dieta de golpe.
Lógicamente
también se tiene que aprender a seleccionar los alimentos que tienen
menos sal porque siempre suelen coincidir con los platos más elaborados
y no hay que llevarse a engaño.
CREENCIAS ERRÓNEAS.
Muchas personas se dejan llevar por ideas equivocadas que circulan en la calle y que no se corresponden en absoluto con la realidad. Por ejemplo:
* Se puede regular la tensión con ansiolíticos. Los ansiolíticos sirven para controlar la ansiedad y aunque en situaciones en las que el nerviosismo descontrole la tensión pueden ser beneficiosos, nunca pueden sustituir al tratamiento hipertensivo.
* La tensión mínima es la peor. Ni la tensión máxima ni la mínima son mejores o peores, ambas son marcadores de riesgo que hay que controlar.
* Una vez controlada la tensión ya no hace falta seguir el tratamiento. Al contrario, si se deja de tomar la medicación, la tensión se descontrolará. Sólo el médico puede decidir el tipo de tratamiento y la dosis necesaria para cada paciente.
* El ajo controla la
tensión. No existe ningún estudio que demuestre que el ajo reduce la
presión arterial. Únicamente se conocen sus propiedades antioxidantes
pero respecto a la tensión no hay que engañarse, el ajo no reduce la
tensión.
periodistadigital
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