Los que hacen muchas cosas a la vez no siempre son los mejores.
Mandas un e-mail al proveedor mientras hablas por teléfono con el cliente. Al mismo tiempo intentas no derramar el café y sonreír al jefe cuando le entregas el informe que te pidió hace dos horas. Cuando cuelgas el teléfono te esperan dos reuniones de departamentos diferentes para proyectos diferentes, que empiezan casi a la misma hora, y tu colega te asalta por el pasillo y te pide ayuda para la tarea que le acabas de explicar, y le respondes intentando leer el mensaje de tu jefe en tu agenda electrónica. ¿Qué estrés, no? ¿Pero ya puedes con todo?
Es más, ¿pero ya te salen bien las cincuenta cosas que haces a la vez? Porque ser multidisciplinar, es decir, ser capaz de llevar a cabo tareas variadas dentro de tu equipo, es una buena cualidad. Pero ser multitarea está más cerca de ser poco efectivo, de rendir menos. Vamos, que ser hombre orquesta no es sinónimo de tener tantas capacidades como siempre nos han hecho creer.
Es posible que seas capaz de hacer muchas cosas a la vez. Pero quizá no las haces todas tan bien como crees, o como es necesario para que sean útiles en tu empresa. Párate un momento y responde a estas preguntas: ¿puedes concentrarte en una sola cosa a la vez? ¿Puedes esquivar las interrupciones inútiles? ¿Notas tu capacidad mental al 100%? Y es que a pesar de tener herramientas que agilizan nuestro trabajo desde cualquier lugar, cada vez tenemos menos tiempo para todo, más tareas y más estrés.
Pero a ver quién es el listo que se concentra en una tarea con el e-mail, el teléfono, el chat interno, los documentos de trabajo, el “lo quiero para ayer”, “y yo para antes de ayer”. Todo es urgente y todo lo tenemos que hacer a la vez.
Está claro: más trabajo no significa mejor calidad. Un bombardeo constante de tareas afecta a nuestra atención, a la memoria, a la capacidad de cambiar de un trabajo a otro con facilidad. Cuántas veces te has parado un segundo y has pensado “y yo, ¿qué estaba haciendo?”. La respuesta: mil cosas a medias. Haces una y estás pensando en las que no estás haciendo, no puedes separar o filtrar lo relevante sólo para tu tarea actual.
“Doctor, ¿esto tiene cura?”. Bueno, sólo si pones de tu parte. Tu síndrome de “currante multitarea” puede reducirse considerablemente si tomas nota de las siguientes prescripciones:
- Tus “cacharritos electrónicos” se quedan aparcados fuera de la sala de reuniones. Y durmiendo en tu mesa cuando sales de la oficina al terminar tu horario.
- Créate una lista de tareas y prioridades.
- Que tu e-mail te pida cita. Lo verás sólo en determinados bloques de tiempo a lo largo de tu jornada.
- La impresora, ese artilugio que usas veinte veces al día, ¿está a 2 kilómetros de su mesa? Ha llegado el momento de acortar las distancias en vuestra relación.
- Dile a tu jefe que últimamente no te dice cosas bonitas. Necesitas que te motive y que reconozca tu trabajo.
Calidad frente a cantidad. En la carrera contra el tiempo, lo único que conseguimos es dejar las cosas mal hechas y a medias, y desordenar nuestro preciado cerebro. La productividad no es trabajar más, hacer más cosas, o ser el más rápido. Es hacer las cosas cada vez mejor.
quecursar/fuente
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