Querer a un hijo no debe ser sinónimo de malcrianza e irrespeto. Es deber de los padres adorarlos de forma positiva
Es común escandalizarse al ver jóvenes y niños groseros, voluntariosos y hasta delincuentes. Por lo general se culpa de estos comportamientos a la televisión o a las malas amistades. Y los responsables, casi siempre, son los padres de esta generación que suelen ser permisivos, no saben poner límites y no tienen ni idea de cómo decir no.
El resultado son niños egoístas y consentidos: pequeños dictadores que dominan el hogar. Preocupada por este problema, la psicóloga Annie de Acevedo -que lanzó su libro Padres que aman demasiado (del que es coautora)- habló con EL TIEMPO de esos tipos de padres que aman demasiado en perjuicio de lo que más quieren: sus hijos.
¿Cómo se sabe si un padre ama en exceso?
Hablamos de una familia en la que no se sabe quién manda y en la que los hijos hacen lo que quieren, en la que hay conflicto y tensión constante y en las vías de comunicación están obstaculizadas. Generalmente gobiernan la permisividad, el repetido rescate de los hijos (resolverles sus problemas) o la excesiva protección.
¿Cómo se puede ser firme y amable a la vez, sin caer en ningún extremo?
La amabilidad con firmeza no es un punto fácil, pero se encuentra a través de la práctica. Inicialmente, cuando un padre empieza a ser más firme tiende a ser autoritario; la idea es no enojarse y aprender a decir 'no' de manera clara sin ofender, humillar ni discutir. Es clave superar el sentimiento de culpa, pensando que la disciplina puede molestar un poco al niño, pero le servirá para su futuro.
¿Y amar demasiado puede afectar al niño en su vida adulta?
El niño se puede convertir en un adulto altamente dependiente, que no se sabe cuidarse solo; además es insaciable, pues nada nunca será suficiente para él y no será capaz de manejar la frustración pues no sabrá cómo resolver sus problemas. Aunque hay factores hereditarios, pueden llegar a desarrollar adicción al alcohol o las drogas.
Algunos ejemplos, por favor...
Conozco el caso de un hombre de 34 años que nunca ha trabajado, se emborracha constantemente, agrede a su familia y sin embargo la madre lo protege. Es claro que, en nombre del amor, ella nunca le puso límites. Otra mujer de 45 años fue tan consentida que ahora no tiene ni la menor idea de cómo ganarse la vida, pues cuando decidió no estudiar, su padre no le puso problema y continuó dándole todo lo que ella pedía.
¿Por qué actúan así los padres?
Para estos padres sobreprotectores, el hijo se vuelve una misión de vida y por eso no aceptan ayuda, porque si ya no tuvieran a quien proteger, sus vidas carecerían de sentido. Aunque no haya mucho que hacer, vale la pena que padres mayores con hijos adultos problemáticos le echen un vistazo a este libro.
En el caso de hermanos, ¿por qué unos son malcriados y otros no?
La herencia nunca es igual, pues existen diferentes combinaciones genéticas que interactúan de manera peculiar con la crianza. Debe haber diferente trato para cada hijo, ya que cada persona es distinta, pero para no caer en preferencias hay que actuar sobre pautas comunes, dándole a cada hijo no lo que quiere, sino lo que necesita, y explicando las razones a todos.
Consejos para amar sanamente
Aclare sus objetivos y los medios para lograrlos: usted como padre debe estar en posición de guía y debe tener claro para dónde va.
Acompañe, no invada: sea el copiloto del avión de la vida de su hijo, no el piloto.
Disciplina: fije y cumpla rutinas, reglas y límites, con justicia.
Respeto: darle a cada quien su puesto, manteniendo la dignidad personal.
No juzgue: aprenda a escuchar sin juzgar para no perder la confianza de sus hijos.
Supere la culpa: Atrévase a decir 'no' cuando es lo mejor.
No castigue: enséñele las consecuencias de sus actos sin humillarlo ni agredirlo física o verbalmente.
ANGIE REYES MELO
eltiempo.com
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