Según las estadísticas, el 40% de las lesiones producidas en el esquí
afectan a las extremidades inferiores, el 30% a la cabeza, cara y
tronco y el otro 30% a los hombros y brazos.
Como las lesiones del esquiador pueden ser muy numerosas, las comentaremos en distintos artículos comenzando por las más frecuentes que son las de rodilla.
Los cuatro ligamentos estabilizadores de la rodilla son los que sufren el mayor número de lesiones, en especial el cruzado anterior, que es fundamental en la estabilización de la rodilla porque ayuda a controlar la distancia en que la tibia se mueve con respecto al fémur y evita que esta se desplace hacia adelante.
La
lesión de este ligamento se suele producir en los movimientos de giro o
cambio de dirección bruscos, ya que durante la ejecución de los mismos
es sencillo que se produzca una hiperextensión o una rotación
inesperadas. Cuando se lesiona este tejido, el esquiador suele notar un
crujido en la rodilla, un dolor fuerte y una inflamación e impotencia
funcional rápidas. Aunque se pueden lesionar cualquiera de los cuatro
ligamentos de estabilización, el segundo por frecuencia es el Ligamento
lateral externo, su mecanismo de lesión suele ser la torsión de la
rodilla y el impacto directo.
Cuando cualquiera de estos
ligamentos se rompe es evidente que la cirugía es la solución más
acertada, seguida de la rehabilitación correspondiente, pero en muchas
ocasiones no se rompen si no que se produce un esguince con alguna
rotura fibrilar. Dependiendo de esta rotura clasificaremos al esguince
en grado I, II o III.
Para la recuperación de un esguince de rodilla lo más adecuado es la rehabilitación, para ello tendremos que seguir un programa adecuado a cada esguince, ya que aunque se cataloguen en grados, cada persona es diferente y tiene unas características propias que requieren una recuperación muy personalizada.
Para ello utilizaremos todas las técnicas que
conozcamos adecuándolas a los principios básicos de cualquier
recuperación de esguince:
1º Bajar la inflamación de la rodilla. Para lo que utilizaremos el drenaje linfático manual, la presoterapia, el hielo..etc
2º Inmovilización de la misma para evitar el movimiento dolor, en una primera fase podemos utilizar un vendaje funcional y en una segunda un vendaje neuromuscular.
3º Evitar la fibrosis y dar al ligamento la elasticidad y resistencia que necesita, para ello utilizaremos desde la fibrolisis diacutanea, el masaje transverso profundo de ciryax..etc.
4º Elastificar y potenciar la musculatura de la extremidad afectada con masajes y estiramientos
5º Normalizar la rodilla si procede con movilizaciones osteopáticas para optimizar la carga de la rodilla.
6º ejercicios propioceptivos que nos ayudaran a mejorar tanto la fuerza como la estabilidad del esquiador.
El esquiador podrá volver a la actividad, en cuanto el rehabilitador lo considere oportuno, bien durante la recuperación o al final de esta, todo dependerá de la evolución de la misma, de la fuerza física del afectado y de la protección utilizada durante la recuperación. En ocasiones utilizaremos rodilleras con refuerzos durante la práctica deportiva para asegurarnos, en la medida de lo posible, que no se lesione más la rodilla
Alejandro Cuervo
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