MADRID.- A base de mucho esfuerzo, imaginación e ingenio, los habitantes de Eruwa, un pueblo nigeriano situado a 150 kilómetros de la capital -Lagos-, cuentan con un centro médico que, a diferencia del hospital público general de la zona, dispone de luz y agua las 24 horas del día durante todo el año. Se lo deben, sobre todo, al entusiasmo con el que cada día trabaja el doctor Awjobi, más conocido por su nombre: Yamo.
Un grupo de médicos españoles se ha desplazado hasta este rincón africano para operar en equipo con Yamo a varios pacientes con hernia inguinal. Tal y como explica Teresa Butrón, uno de los miembros de esta expedición humanitaria y cirujana del Hospital 12 de Octubre de Madrid, "en África, estas hernias son muy frecuentes, especialmente en varones, y es una de las causas más importantes de mortalidad".
Según datos de la Fundación Operación Hernia, responsable de este tipo de trabajos, en la República de Ghana, muy cerca de Nigeria y adonde ya han acudido otros grupos médicos con el mismo cometido, la prevalencia de hernias inguinales es 10 veces mayor que en Europa y sólo una de cada cinco personas con hernias operables pasa por quirófano.
La especialista argumenta que "cuando no se operan, en primer lugar, impiden trabajar y llevar una vida normal y, con el tiempo, empiezan a complicarse, tanto que pueden originar infecciones fatales que le produzcan la muerte al paciente".
En total, el equipo español y el doctor Awojobi han intervenido a 46 personas en tan sólo cinco días. Muchas de ellas se pasaban la mañana caminando desde sus casas hasta llegar a la clínica. "La mayoría tenía edades entre los 28 y los 50 años, aunque tuvimos un paciente de 83 años, una edad difícil de alcanzar por esta zona. Hacía mucho tiempo que no veía hernias tan grandes. Algunas llegaban incluso hasta la rodilla", señala, sorprendida, la doctora Butrón.
La operación "no es compleja, pero aquí operan como hacíamos nosotros hace años. No utilizan mallas para evitar las recidivas, sino que cierran dando puntos, lo que facilita que ante cualquier esfuerzo se produzca de nuevo la hernia. Les hemos dejado muchísimas mallas para que puedan seguir operando".
Cómo conseguir suero fisiológico
Al igual que sus compañeros de expedición, a Teresa le impresionó la imaginación con la que Yamo se las ingenia para atender a los habitantes del pueblo. "Para esterilizar el material sanitario, utilizan una especie de cilindro (algo más de un metro de alto y 70 centímetros de diámetro) que se cierra como una olla a presión y alcanza los 120 grados, no con gasolina ni con gas, sino quemando los restos de mazorca de maíz. Además, el vapor de agua que se genera se condensa, pasa por un destilador y así consiguen agua destilada estéril a la que añaden cloruro sódico para obtener suero fisiológico".
Otro de los 'inventos' que más le llamó la atención consiste en que, a partir de la rueda de una bicicleta que se conecta con otras ruedas más pequeñas, fabrican una centrífuga que "alcanza las 3.000 revoluciones por minuto necesarias para centrifugar la sangre, separar el suero de los glóbulos rojos y analizar el número de hematocritos".
Y así, una innumerable lista de ideas geniales con las que "nos dimos cuenta de que con poco se pueden hacer muchas cosas", reconoce Teresa. Mesas de quirófano artesanales (que venden para sacar dinero) y luz de quirófano que consiguen poniendo cuatro bombillas de bajo consumo en una cazuela colocada al revés y sostenida por una especie de pie. "Me sorprendió porque esta luz no es blanca, como a la que estamos acostumbrados en nuestro país, sino algo más amarilla, por lo que los tejidos los veíamos de diferente color".
La historia del doctor Awjobi
Según relata la doctora Butrón, Yamo también es cirujano y, aunque pudo salir al extranjero para especializarse, "él decidió quedarse para devolver lo que su país había hecho por él". Se casó con una radióloga también nigeriana y tienen dos hijos. Uno de ellos estudia Medicina y el otro es ingeniero eléctrico. Todos le ayudan en la clínica.
"Fue su hijo mayor (ingeniero) quien inventó los convertidores de corriente para generar electricidad. Gracias a esto no tienen que depender del gobierno". Si así fuera, continúa la doctora, "tendrían luz quizás tres horas y no todos los días, como de hecho ocurre en el hospital público general, donde las condiciones nos dejaron colapsados, ya que tampoco tienen agua".
La clínica del doctor Awjobi tiene agua a diario porque él mismo construyó las dos casas del centro médico con tejados inclinados para que "el agua de la lluvia terminara en los depósitos que habían excavado en la tierra. A través de unos canales y una pequeña presa, en verano también tienen agua". Además, añade, aprovechan esta especie de piscinas para criar peces y asegurarse la comida.
Al igual que la familia, mucha gente del pueblo trabaja en la clínica. Unos cocinan, otros construyen lo que será el auditorio de un congreso de Medicina Rural que se celebrará allí en 2011, otros aprenden a cuidar a los enfermos… Todo un ejemplo de supervivencia. "Animo a que los cirujanos se apunten a este tipo de iniciativas porque se aprende mucho y la labor humanitaria es muy importante. Probablemente repita", afirma Teresa. Su próxima misión puede que sea Perú.
elmundo.es
LAURA TARDÓN
Comentarios
Puedes seguir esta conversación suscribiéndote a la fuente de comentarios de esta entrada.