MADRID.- La historia de Brooke Greenberg es de ésas que te hacen
pestañear dos veces antes de creértelas. Una mujer de 17 años atrapada
en el cuerpo de un bebé. Dientes de leche, siete kilos de peso y 75 cm
de estatura. Los expertos estudian su caso para indagar en las claves
genéticas del envejecimiento.
Ningún médico le pone nombre al trastorno que padece Brooke; su caso parece ser el único en el mundo. Su cuerpo lleva años creciendo a un ritmo muy lento, lo que provoca una apariencia y un comportamiento infantil con la edad real de una adolescente.
Como explica 'The Times', aunque por fuera no
envejezca, su organismo sí va cumpliendo años y no son pocos los
achaques que ha ido padeciendo con el paso del tiempo y que han puesto
en riesgo su vida: "infartos cerebrales, espasmos, úlceras y
dificultades respiratorias".
Estudiar su genoma
Los expertos
creen que esta británica, que tiene hermanas que están creciendo a un
ritmo 'normal', cuenta con una serie de déficits en los genes implicados
en el envejecimiento. El interés en estudiar su genoma aumenta al
pensar que, de identificar estas variaciones y cómo funcionan, se podría
llegar a conocer algunas de las claves de la vejez o, en su defecto, de
la eterna juventud.
La historia de Brooke Greenberg será protagonista de una conferencia en la Royal Society de Londres, donde expertos internacionales en envejecimiento debatirán sobre este tema.
Tal y como señala el citado diario inglés, son muchas las investigaciones realizadas para conocer los genes implicados en el envejecimiento y aprender a modificar su actuación.
"El trabajo comenzó con unos pequeños gusanos, conocidos como C elegans, que normalmente viven dos semanas. Realizando pequeños cambios en determinados genes, los investigadores han sido capaces de extender su pronóstico de vida hasta las diez semanas", apunta el artículo. Esta misma acción tuvo un efecto similar en ratones.
Esta clase de estudios, así como los
realizados con familias tradicionalmente longevas, hacen sospechar que
el envejecimiento está mediado por una cantidad moderada de genes.
"Podríamos actuar sobre ellos con nuevas terapias que mejoren la calidad
y la duración de la vida humana", afirman desde el rotativo.
elmundo.es
Comentarios